No sería adecuado categorizar a la lingüística textual (LT) como una teoría; se trata más bien de una corriente lingüística funcionalista que se define especialmente a partir de su objeto de estudio –la estructura y la función de los textos en sociedad– y se caracteriza por la amplitud de enfoques y perspectivas sobre el mismo. La principal escuela de LT surgió en países de habla germana y se difundió rápidamente en otros naciones, pero existen desarrollos en otras lenguas, que se describen también con esa denominación (por ejemplo, la corriente suiza, liderada por Jean-Michel Adam) y otras escuelas lingüísticas de relevancia, que coinciden en el interés por el objeto y en la perspectiva, fundamentalmente lingüística, como la Lingüística Funcional Sistémica. Una mirada histórica sobre su desarrollo de aproximadamente treinta años muestra que la LT, en la definición misma de su objeto de estudio, ha reflejado los cambios de paradigma en la disciplina. Así, por ejemplo, las periodizaciones coinciden en elegir ciertas denominaciones para las distintas etapas, que revelan importantes cambios teóricos. Gerd Antos (1997) identifica, entre otras, las siguientes concepciones del texto, que señalan hitos dentro de la disciplina:
Las preocupaciones clásicas de esta corriente son delimitar y definir qué es un texto, estudiar y analizar la construcción y estructura de los textos, delimitar, clasificar y dar cuenta de los tipos o las clases de textos. Dos perspectivas de investigación deben distinguirse adicionalmente: la centrada en el objeto, en tanto producto separado ya de sus usuarios, y la perspectiva procedural, interesada en el procesamiento textual –producción o comprensión–. Dentro de la primera perspectiva, puede afirmarse que la LT ha desarrollado un instrumentarium teórico-metodológico ya clásico para la descripción y el análisis de los textos de orden micro y macroestructural: el primero, refleja la orientación sistemática de la LT (ver Recorrido histórico), interesada en explicar los mecanismos sintáctico-semánticos que convierten a una sucesión de oraciones en un objeto complejo ligado, subsumidos bajo el concepto de cohesión; el segundo, muestra la impronta de la pragmática en esta corriente, que invirtió el ángulo de observación, y postuló como punto de partida la totalidad textual, entendida como un macroacto de habla, con coherencia temática y gramatical. Una tercera línea de investigación clásica en esta corriente es la preocupación por las tipologías textuales y la descripción y el análisis de los tipos o clases de textos . Esta base de conocimientos ha dado lugar a numerosos desarrollos teóricos, investigaciones empíricas y derivaciones aplicadas, que han producido una crisis epistemológica de envergadura, que se tematiza en los trabajos más recientes, respecto de la razón de ser de la disciplina, la definición acabada de su objeto y de sus límites.