Con la denominación general de gramáticas funcionales (ver nota terminológica) se incluyen enfoques teóricos que describen los fenómenos lingüísticos a partir de sus distintas funciones comunicativas. La suposición fundamental de las gramáticas funcionales es que los fenómenos lingüísticos no pueden explicarse sin tomar en cuenta su función semántica o comunicativa. Estas gramáticas se presentan como una alternativa a los enfoques postestructuralistas que intentan dar cuenta de los fenómenos lingüísticos desde perspectivas estrictamente formales (por ejemplo, planteando la autonomía de la sintaxis). El modo de analizar la concordancia verbal permite ejemplificar las diferentes concepciones: en un enfoque estrictamente formal este fenómeno se explica mediante argumentos morfosintácticos: así el verbo finito concuerda con el sintagma nominal (en caso nominativo) que funciona como sujeto de la predicación, explicación que es válida para la mayoría de las lenguas europeas. En un enfoque funcional, en cambio, la influencia del rol semántico (por ejemplo el carácter animado o determinado) del sintagma nominal es básico para la concordancia verbal. Este procedimiento de descripción da cuenta, por ejemplo, de la concordancia del verbo y el objeto en swahili (Givón 1984); en esa lengua, junto con la concordancia sujeto-verbo existe también una concordancia verbal con el objeto, en el caso de que el objeto sea un ser humano o una entidad definida. Una temática central en la gramática funcional de orientación tipológica son las propiedades formales y funcionales del sujeto y el objeto en procesos gramaticales como relativización, pasivización, borrado de la frase nominal y pronombres reflexivos. La comparación interlingüística da como resultado una enorme variedad en la manera en que las diferentes lenguas marcan los sujetos y los objetos y en cómo se comportan en los distintos procesos gramaticales. Un tópico recurrente en los distintos volúmenes recopilados por T. Givón (1990; 1997) es la noción de sujeto y objeto en lenguas ergativas. Existen distintas propuestas dentro de este marco funcional; una de las teorías más acabadas es la elaborada por Michael Halliday, la Gramática Funcional-Sistémica, cuyo instrumentarium teórico-metodológico ha sido desarrollado para la lengua inglesa pero que en los últimos años tiene un impacto creciente en otras lenguas, como el francés y el español, y se ha extendido en una propuesta de alcance textual, la Lingüística Sistémica Funcional [ver aquí en el estado del arte XXX] con importantes desarrollos en el ámbito de la lingüística aplicada (especialmente, la educación lingüística, la comunicación académica, la enseñanza de inglés como lengua extranjera, etc.). La Gramática Funcional, desarrollada por Simon Dik, constituye un cuerpo teórico establecido pero de difusión más restringida; los centros de trabajo más importantes se encuentran en Holanda, Inglaterra y España. En el ámbito hispánico, las gramáticas que se describen como funcionalistas basan sus modelos y descripciones en la lingüística estructural-funcional (Ferdinand de Saussure, Louis Hjelmslev y André Martinet): coinciden en basar sus clasificaciones y ordenamientos a partir de los papeles sintácticos que los elementos cumplen en las oraciones o enunciados. Las descripciones formales se vinculan con los aspectos funcionales, sean pragmáticos o retórico-estilísticos. Por otra parte, los ordenamientos y categorizaciones se ilustran con ejemplos auténticos, extraídos de fuentes escritas u orales documentadas.
Ejemplos de referencia para este tipo de gramáticas son los textos de José Alcina Franch y José M. Blecua (1980), Salvador Fernández Ramírez (1987), Ofelia Kovacci (1990) y Emilio Alarcos Llorach (1994); esta última asume explícitamente además una orientación normativa y didáctica.