La química del siglo XVIII representa un proceso revolucionario al debutar como ciencia experimental asentada en el tratamiento cuantitativo de los resultados.
El siglo XIX traería un nuevo paradigma para el universo físico, el electromagnetismo. Otra vez los más célebres matemáticos aportarían el instrumental para operar con las magnitudes físicas y no pocas veces contribuirían de forma decisiva en la construcción de los significados; la química iniciaría un vertiginoso ascenso, en particular hacia la segunda mitad del siglo, en la síntesis de nuevos materiales que superarían, en cierto sentido, a los productos naturales. Este segundo período es denominado Nueva Revolución Industrial o Segunda Revolución Industrial, y se caracteriza por la aplicación de la tecnología a todos los aspectos de la existencia humana.
La segunda revolución fue precedida por tres acontecimientos de enorme trascendencia: el proceso Bessemer para producir acero, inventado en 1856; el perfeccionamiento de la dínamo, aproximadamente en 1873, y la invención del motor de combustión interna, en 1876.
La industrialización y el capitalismo se asientan en las sociedades occidentales, iniciándose primeramente en Inglaterra, para expandirse luego, durante la segunda mitad del siglo XIX a Francia, Bélgica, Suiza y Estados Unidos.
Este cambio necesitaba de fuertes sumas de capital, que se obtuvieron por el aumento de la masa monetaria y el desarrollo de la banca. Los bancos comenzaron a emitir papel moneda con la obligación de tener una reserva de oro y plata. Las entidades bancarias, entonces, comenzaron a controlar el capital junto con las industrias, ya que estas últimas necesitaban de créditos para funcionar.
Con todos los cambios económicos la sociedad estamental se transformó en una sociedad de clases. La aristocracia y el clero, que basaban su poder en la tradición y en la posesión de tierras, comenzaron a compartir su exclusivo lugar con un grupo más numeroso que controlaría las actividades económicas: la industria, el comercio, la banca, en definitiva, con todo el mundo de la producción.
La burguesía, formada por banqueros, industriales, comerciantes y altos funcionarios, se transformó en la clase dominante. La pequeña burguesía o clase media estaba constituida por pequeños comerciantes, industriales y propietarios modestos.
Los campesinos y obreros formarían las clases populares. Ambos grupos continúan sometidos, sin posibilidades de surgir y duramente explotados.
No sería hasta mediados del próximo siglo XIX que nuevos resultados experimentales permitirían la edificación de un cuerpo teórico acerca del calor, como energía en tránsito. No obstante, los experimentos llevados a cabo por Benjamín Thompson (conocido como conde de Rumford) a fines de este propio siglo demostraron que el trabajo mecánico podía producir calor, lo cual dio por resultado la identificación del calor como una forma de energía y condujo al desarrollo de la ley de conservación de la energía.
La Revolución Industrial es un período histórico en el que se registró un proceso de honda transformación en los métodos de producción, comunicación y transporte.