Un tema clásico que ha sido retomado por la gramática generativa es el de los límites entre clases de palabras léxicas. La exploración más sistemática es la de Ignacio Bosque en Las categorías gramaticales (1990), donde se repasan las relaciones y diferencias que hay entre pares de clases de palabras: adjetivo y nombre, adjetivo y verbo, verbo y nombre, etcétera. Ese estudio incluye las formas ambiguas desde el punto de vista categorial, como los participios (que pueden utilizarse alternativamente como formas verbales y como adjetivos: He cansado a Juan / Estoy cansadísima), los infinitivos (que pueden utilizarse como verbos o nombres: Quiso andar descalzo / El andar convulso de los patos...) o el uso adverbial de ciertos adjetivos (e.g., Trabajó duro, Me miró feo). Aunque no en términos de ambigüedad categorial, Bosque también trata las relaciones entre adjetivos y nombres, que ha analizado en detalle Avelina Suñer (1990 y 1999), al tratar los nombres en diversas funciones predicativas. Bosque ha continuado la investigación sobre los participios-adjetivos en otros dos artículos (1990b y 1999), en los que especifica y afina su primer análisis.
A mediados de los 80, se produce en el modelo de Principios y Parámetros la llamada “explosión de las categorías funcionales”. Esto es, la estructura primera de la oración se ve modificada de modo tal que, en lugar de ser las categorías léxicas las que nuclean (casi) todas las proyecciones (ver El modelo de Principios y Parámetros), se considera que son las categorías funcionales las que toman como complemento proyecciones léxicas. Ello es especialmente claro en el ámbito nominal, en el que los argumentos se analizan a partir de 1987 como Sintagmas de Determinante, en lugar de Sintagmas Nominales, con la idea de que sus propiedades fundamentales (referencia, definitud) están dadas por el elemento funcional (el, un, este, mi, etc.). Esta línea de investigación, inaugurada por la tesis de Abney para el inglés (1987), ha dado lugar en español a una serie de trabajos sobre la distribución de los sintagmas nominales sin determinante, reunidos por Ignacio Bosque (1996), así como a varios artículos de Manuel Leonetti, entre ellos el que aparece en la GDLE (cfr. 1999 y 1999b).
También vinculada a la explosión de las categorías funcionales se encuentra la determinación de las proyecciones superiores de la oración, derivadas del Sintagma de Complementante. Los trabajos sobre la estructura de la cláusula de Guglielmo Cinque, Luigi Rizzi, Alessandra Giorgi, Fabio Pianesi, entre otros, analizando el orden y el significado de los adverbios que modificarían a las diversas proyecciones funcionales, están pensados para el italiano, pero son fácilmente adaptables a nuestra lengua. Son especialmente interesantes en español los análisis de las estructuras de tópico y foco de M. Lluisa Hernanz & Josep Brucart (1987) y M. Luisa Zubizarreta (1998 y 1999). Por último, la tesis de Itziar Laka sobre el Sintagma de Polaridad (SΣ) (1990) ha aportado nuevos paradigmas y permite formalizar la distribución de los ítems de polaridad negativa y positiva (sí, también, no, nunca), cuyo funcionamiento en español ha sido estudiado también por Ignacio Bosque en su libro Sobre la negación (1980) y en un artículo de 1994 que trata sobre la distribución parcialmente complementaria entre no y los elementos de negación nunca, nadie, nada (i.e., Nadie vino / No vino nadie, Nunca supe / No supe nunca, etc.).
Por último, la evidente relación entre las categorías funcionales y la morfología flexiva ha provocado un interés creciente por la morfología y por el papel que ocupa en la gramática, como muestra la intensidad de la discusión sobre la llamada Morfología Distribuida, propuesta por Morris Halle & Alec Marantz (1993). Para interiorizarse acerca de los problemas de morfología flexiva en español, es especialmente sistemática la revisión de Teophile Ambadiang (1993). Un tema vinculado con la relación morfología-sintaxis es el de los clíticos (esto es, elementos con una independencia fonológica menor que las palabras y mayor que los afijos), que en español están representados por los pronombres átonos dativos, acusativos y reflexivos (lo, les, nos, te, se, etc.), que tienen posiciones obligatorias con respecto a las formas verbales. Trabajos relevantes sobre este tópico en español son los de James Harris (1995) y Eulàlia Bonet (1995); en español puede consultarse la recopilación de Olga Fernández Soriano (1993) y su capítulo en la GDLE (1999).