Los tópicos de la presuposición, tradicional en la filosofía del lenguaje (por ejemplo Strawson, 1952), y los actos de habla indirectos (los casos en que un acto ilocucionario es realizado indirectamente a través de otro) son temas centrales de la investigación en pragmática lingüística a lo largo de los años ochenta, en el marco de la búsqueda de explicaciones pragmáticas para el estudio del significado.
La pregunta acerca de cómo los hablantes interpretan el carácter indirecto de los enunciados se respondió mediante distintos argumentos: nuevamente, se postuló que la fuerza ilocutiva estaba en la sintaxis profunda o, en la posición más aceptada, se propuso distinguir entre el sentido de la expresión –la interpretación semántica- y su fuerza ilocutiva (así, en: “¿me pasás la sal?”, el hablante interpreta la pregunta, pero decodifica también su fuerza ilocutiva, el acto directivo).
En los tardíos ochenta, la tendencia general en lingüística de trabajar con ejemplos naturales y extensos confrontó a los investigadores con el problema de la indeterminación del significado del hablante: en efecto una expresión simple como “¿es el timbre?” puede ser interpretada de manera literal (“pregunto si esto es el timbre”) o como un acto de habla directivo, como una sugerencia de que el interlocutor vaya a abrir la puerta. Levinson (1983) señaló certeramente los dos problemas centrales, posiblemente insuperables, de la teoría pragmática: la imposibilidad de asignar una fuerza ilocutiva única a una expresión, y la necesidad de que la asignación sea siempre post-hoc.
La indeterminación pragmática, lejos de ser la excepción, parece ser la norma: para la mayoría de los actos ilocucionarios no es posible sostener que existan criterios lingüísticos formales que permitan distinguir con nitidez el tipo de acto de habla (si bien el conocimiento de las relaciones sociales, de datos contextuales y paralingüísticos es una ayuda fundamental). Según Geoffrey Leech y Jenny Thomas (1990:196), hoy en día muchos pragmatistas consideran que
“la teoría de los actos de habla es un modo taquigráfico de discutir el significado del hablante, un recurso de abstracción útil, cuya terminología por eso perdura”.
Por otra parte, la indeterminación del significado pragmático ocurre en el nivel del discurso, por lo que es crucial considerar el cotexto lingüístico, dado que la asignación de fuerza pragmática depende crucialmente de las expresiones que le preceden. Los intentos de aplicar la teoría pragmática a fragmentos de discurso natural llevaron también a una revisión del modelo de conversación de Grice y del estatuto de las máximas comunicativas: a partir de reflexiones de distintos estudiosos que reivindicaron la supremacía de la máxima de relación (relevancia), en el convencimiento incluso de que dada su fuerza explicativa debía reemplazar al Principio de Cooperación, surgió la Teoría de la relevancia, elaborada por Dan Sperber y Deirdre Wilson (1994 [1986]). La Teoría de la relevancia es una teoría cognitiva de la comunicación que otorga prominencia a la perspectiva psicológica en la comunicación.
Los trabajos sobre la cortesía son un ejemplo de tópico que puso en contacto a la pragmática con temáticas de otros campos, como la sociología y la antropología social, y por lo tanto hizo que fuera necesario ampliar el conjunto de factores a tomar en cuenta en el análisis pragmático (Brown y Levinson, 1987; Leech, 1983). Los resultados de la investigación sobre cortesía se han aplicado –a veces, con cierta ligereza- a trabajos sobre comunicación intercultural y a la adquisición de competencia pragmática de segundas lenguas.
Otra línea de reflexión actual es la investigación en metapragmática, el estudio de la competencia más o menos consciente sobre el uso del lenguaje y su manifestación en el discurso (el discurso referido, los marcadores metadiscursivos, la ironía, etc.).