Aportes para la enseñanza en el Nivel Medio - Literatura
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Literatura y otros saberes

Concebir la literatura como modelo de la lengua no hace más que explicitar una concepción acerca de qué se puede estudiar y qué se puede enseñar de la misma. Por ello, la literatura funciona muchas veces en la escuela como un lenguaje cristalizado y no puede ingresar la literatura “inminente”, como la califica despectivamente Oyuela, una literatura en la que el uso oral de la lengua ingresa como parte de las transformaciones sociales, culturales y políticas y a la que la escuela impide el acceso en la medida en que es ella la que inicia a la lectura en forma masiva ( por medio de la implementación de la ley 1420 y su sistema de enseñanza obligatoria). En tanto, las expresiones artísticas de masas, como por ejemplo la música popular, a través del tango, la radio y el cine, también son permeables a estos cambios y aquí sí los ciudadanos acceden a ellas con mayor facilidad. De esta manera, la literatura queda en inferioridad de condiciones frente a los nuevos medios de comunicación que no necesitan ni de la escuela ni de un adiestramiento especializado para ser consumidos.

Por el contrario, los años 70 son pródigos en actualizar e innovar los contenidos curriculares en el área de lengua y de literatura. Frente a una gramática normativista y una literatura preceptiva, se sigue una gramática descriptiva, influida por la corriente estructuralista: “la gramática moderna, alejada de la perspectiva preceptiva, se interesa básicamente por las reglas centrales del sistema, que son las que los hablantes adquieren sin aprendizaje”1. Esto libera relativamente a la literatura de su función preceptiva y permite el ingreso de nuevos materiales literarios, en la medida en que ya no es el modelo acabado de la norma. No obstante, las obras literarias siguen cumpliendo un rol ejemplar para la enseñanza de la lengua. Eso sí, fragmentada en oraciones para proceder, en la mayoría de los casos, al análisis sintáctico.

En cuanto a la inserción de nuevos contenidos relacionados con un enfoque comunicativo de la lengua debemos referirnos al artículo de Roman Jakobson “Lingüística y poética”, escrito en 1958 y puesto en circulación en nuestro país por Ana María Barrenechea a principios de los 70, como el puntapié inicial que incentiva el ingreso de nuevos materiales en la escuela, escritos y orales, de diverso origen, como el periodístico o el científico. Este hecho trae como consecuencia un lento desplazamiento de la literatura como objeto de reflexión y análisis en “Lengua”, que culminará con la reforma de los años 90. Previamente, la última dictadura militar se dedicará, por un lado, a hacer cada vez más rígida la enseñanza de la literatura, realizando una lectura absolutamente vacía del estructuralismo que permitía el control por parte de la institución educativa de aquello que se interpretaba sobre los materiales artístico-literarios. Esto, a su vez, era acompañado por actos de censura que impedían el acceso a la escuela de autores como Julio Cortázar o Pablo Neruda.

Volviendo a los 90, la citada reforma explicitó la cantidad de saberes y disciplinas que debe enseñar el profesor o la profesora de Lengua y Literatura: Medios de comunicación, pragmática, gramática textual, análisis del discurso, literatura, son algunas de las disciplinas que aparecen en los Contenidos Básicos Comunes (CBC) elaborados por el Ministerio de Educación. Así, si la asociación entre lengua y literatura a lo largo de más de un siglo ha sido una relación a veces armoniosa y muchas otras de tensión o sometimiento, hoy sigue siendo por momentos incómoda y hasta, a veces, sin sentido.

1Di Tulio, Ángela, Manual de gramática del español, Buenos aires, Edicial, 1997, p. 19.