El término “canon”, de origen griego, remite al concepto de “vara o norma”. Dentro del sistema literario, el concepto de canon subraya la existencia de un modelo o una proporción ideal al momento de considerar las obras literarias. Esa suma, el llamado canon literario es, en términos amplios, el total de obras escritas y orales que aún hoy subsiste. Sin embargo, ese canon potencial se ve limitado desde un primer momento por la posibilidad de acceder o no acceder a ciertas obras. Entonces, podemos afirmar que todo canon es sólo una parte de una quimérica totalidad literaria.
Es importante señalar que esa colección de obras puede ser diversa y que, al mismo tiempo, conviven en una misma época distintos cánones: canon oficial, canon accesible, canon personal, canon escolar, canon crítico, etc.
¿Qué o quiénes han realizado esas selecciones?
¿Cuáles son los criterios que han intervenido a la hora de realizar, en distintos períodos históricos esos recortes?
La crónica dice que la primera vez que se usó esa calificación para textos escritos se refería al ámbito religioso. Allí, en el siglo IV se definió qué obras pertenecían al canon bíblico cristiano. Esta acción tuvo un doble efecto: exhibió el lugar de poder que ejercía la institución que tomó esta decisión, la Iglesia romana, y, a su vez, legitimó su autoridad. Algo similar sucede con los literarios. Si hablamos del canon oficial, aquel que representa a toda una sociedad, debemos decir que las instituciones que lo originan son de distintos ámbitos, como el político, el educativo, el periodístico, el académico, etcétera. No sucede lo mismo, por ejemplo, con el canon crítico. Allí intervienen diversas formas, pero sólo del campo intelectual. Mientras que en el canon accesible actúan tanto el mercado de comercialización de los libros como las bibliotecas públicas y especializadas. A su vez, cada uno de esos cánones está vinculado a su contexto histórico.
A esta inserción de lo circunstancial le debemos sumar otras variables que funcionan como criterio. Veamos, por ejemplo, el tópico de género literario. Durante la segunda mitad del siglo XIX europeo la novela ocupó un lugar central en la confirmación de la tradición narrativa burguesa , en tanto que, en el mismo momento, en Estados Unidos, el cuento era la forma narrativa que crecía por antonomasia. A tal punto es así, que existían ya en esa época canales de publicación como revistas especializadas sólo en cuento moderno, tal como lo había descripto Edgar Allan Poe. Por contraste, el género central de siglo XVIII, durante el romanticismo alemán e inglés, había sido la poesía. Es que la centralidad de un género, del mismo modo que otros criterios en la configuración de un canon, se cruza con una serie de variables que conectan el gusto con visiones del mundo, de ideologías, de nación y de clase social.