En su reciente libro Matemática… ¿estás ahí?, Adrián Paenza presenta una historia muy interesante para intentar describir algunas características sobre la forma en que se enseña esa materia en las escuelas, comparándola con cómo se hacía a principios del siglo XX. Propone allí pensar qué sucedería si un cirujano de hace un siglo fuera llevado a una sala de operaciones moderna, donde se encontraría con una gran cantidad de nueva tecnología que no sabría cómo manejar. Tal vez sería capaz de realizar el diagnóstico, pero por supuesto no podría llevar a cabo la cirugía con los nuevos instrumentos. Sin embargo, dice Paenza, pensemos qué sucedería con un maestro de la primera década del 1900 llevado a un aula de un colegio actual. En la gran mayoría de los casos –como indicamos, el de la física es uno de ellos– se encontraría con que los temas a dictar no han variado demasiado (podría dictar clases sin saber mecánica cuántica ni relatividad, por ejemplo) y además hallaría rápidamente una tiza y un pizarrón con los que podría dar su clase casi con normalidad. Citando textualmente a Paenza:
MORALEJA: la tecnología cambió mucho el abordaje de ciertas disciplinas, pero no tengo claro que lo mismo se haya producido con los métodos y programas de enseñanza. Mi duda es: si elegimos no cambiar nada no hay problemas. Si evaluamos que lo que se hace desde hace un siglo es lo que queremos hacer hoy, no hay críticas. Pero si lo que hacemos hoy es lo mismo que hace un siglo, porque lo revisamos poco o lo consensuamos menos, hay algo que funciona mal. Y vale la pena cuestionarlo. (Matemática… ¿estás ahí?, Siglo XXI Editores Argentina, 2005.
Hemos discutido con anterioridad el tema de los programas de enseñanza en física, recomendando su modernización, así como también la importancia de los diferentes métodos de enseñar ciencias. En este capítulo queremos detenernos en un tema en particular, el de incorporar ciertas tecnologías modernas para colaborar en la realización de las clases. Es cada vez más frecuente que los docentes usen o intenten usar nuevas tecnologías en sus cursos. Por supuesto esto no garantiza la mejora en el aprendizaje, pero utilizados en el marco de una estructura pedagógica puede ser extremadamente interesante para motivar a los alumnos y mejorar la interacción con el docente. Uno de los más grandes cambios en este sentido lo constituye la popularización de las computadoras personales y el uso de internet. Resulta difícil imaginar que, teniendo la posibilidad de contar con tal herramienta, esta no sea utilizada en el aula, al menos con cierta asiduidad. Comprendemos las dificultades que atraviesan muchos colegios de nuestro país, y por ello queremos presentar algunas soluciones sencillas de implementar, que permitan simplificar la introducción de las nuevas tecnologías en el aula. Nos concentraremos en dos aplicaciones en particular: los videos y las simulaciones.