Actualmente los cursos de química se restringen estrechamente a la adquisición de contenidos fácticos, comprensión de teorías y repetición de técnicas de laboratorio. Los contenidos son un conjunto acumulativo y fragmentario de conceptos, leyes cuya versión es simplificada con respecto a los libros de texto. Los estudiantes se pierden entre los detalles minuciosos de cada tema con mucha rapidez, y con frecuencia no se les da el tiempo ni la motivación necesarios para desarrollar un punto de vista del campo práctico, crítico y más comprometido con la realidad.
La selección de contenidos pertinentes, adecuados para la formación de los alumnos de manera que resulten atractivos, interesantes, vinculados con el mundo que los rodea es un problema al que no se ha encontrado una solución satisfactoria.
El escaso interés que despiertan frecuentemente en los alumnos los cursos de química es atribuible en gran parte a esta razón. Por otra parte, los docentes a menudo no encuentran mecanismos adecuados para motivar y entusiasmar a sus alumnos.
De la química en particular hay una imagen social negativa, vinculada con los temas de la contaminación, la degradación del medio ambiente, el uso de aditivos alimentarios agresivos para la salud. Para intentar revertir dicha situación se propone mostrar permanentemente los efectos beneficiosos de la química en la sociedad, así como señalar y rescatar su presencia en la vida de todos los días, brindando herramientas que permiten abordar temas, no sólo en el aula, sino también fuera de ella.
El currículo se plantea con la finalidad de servir al desarrollo y socialización del grupo de estudiantes al cual va dirigido. En él deben enlazarse, complementarse y reforzarse mutuamente las diferentes áreas de conocimiento y experiencias, y en relación con otras disciplinas, para favorecer la labor de la construcción y reconstrucción del conocimiento de la sociedad, del sistema económico, del mundo estético, la comunicación y la tecnología.
Otro de los aspectos a tener en cuenta en la elaboración del currículo es ser creativos incorporando los temas de investigación que se desarrollan en el área de la química en los diferentes países del mundo.
El hecho de favorecer la no-atomización de los contenidos, generar ejes conceptuales y núcleos problema que permitan dar sentido a la información que se está desarrollando es una manera de promover que las asignaturas se correlacionen, vayan modernizándose y actualizándose (Ángel Díaz Barriga, 1986).
Muchos de los temas que se enseñan no son temas generadores, y no se los elige por su repercusión, por su importancia o por su conexión con otras asignaturas. Rearmar el currículo sobre la base de temas generadores que den origen y apoyo a diversas actividades de comprensión es un desafío a seguir. Según H. Gardner, un tema generador es aquel que ocupa un lugar central en la materia a estudiar; este tema debe generar actividades de comprensión en docentes y alumnos y a su vez debe promover un rico juego de extrapolaciones y conexiones.
La centralidad de un tema se manifiesta porque a partir de él se puede llegar a otros conceptos más complejos; también permite establecer conexiones entre conocimientos previos y nuevos. La vigencia del tema generador elegido a través de sus proyecciones hacia otras materias podría permitir el uso activo del conocimiento y desarrollar en los alumnos un pensamiento de orden superior.