Una de las vías para enfrentar esta problemática es el Aprendizaje Basado en Problemas (ABP), que cada vez gana más popularidad debido a su probada efectividad.
La idea es cambiar la forma de enseñanza establecida tradicionalmente haciendo que el trabajo práctico experimental y la discusión en grupos pequeños sea el eje alrededor del cual gire el desarrollo del proceso de enseñanza y aprendizaje.
El ABP contribuye a propiciar la actividad creadora en los estudiantes, ya que el profesor traslada el legado histórico cultural de la humanidad no de forma acabada sino que sitúa al alumno ante tareas que lo lleven a buscar vías y medios para su solución.
El Aprendizaje Basado en Problemas es un acercamiento al proceso educacional de aprendizaje en el cual los estudiantes enfrentan problemas en grupos pequeños. Cada grupo está supervisado por un tutor, usualmente un profesor. Los problemas, que forman la base del estudio, son generalmente descripciones de fenómenos o eventos que pueden observarse en la realidad y tiene que ser analizados por el grupo usando conocimientos previos. Si el problema se orienta hacia el conocimiento previo y este no es suficiente para explicar el problema, pueden aparecer preguntas durante la discusión. El ABP es un proceso cíclico donde la discusión en un grupo tutorial es el punto de partida donde se planifican los objetivos de estudio y la meta, donde tienen lugar el control y la integración de lo aprendido. Este tipo de enseñanza tiene varios componentes, a saber: el problema; el tutor; el estudio individual; el bloque y el control del aprendizaje.
Todo el proceso se resume en siete pasos:
En general se trabaja en ciclos de tres encuentros. Un primer encuentro en el cual el profesor daba a los estudiantes el problema a resolver, un segundo encuentro en el cual el estudiante se prepara de manera individual y un tercero donde se discute y se concluye el experimento.
A lo largo de esta última década los objetivos de la enseñanza de las ciencias en un contexto de ciencia-tecnología-sociedad, articulados en tres campos: el de la naturaleza de la ciencia, el de la ciencia aplicada y el de la ciencia y la sociedad, han ido impregnando el currículo de ciencias y la elaboración de los nuevos materiales curriculares. La introducción de las relaciones ciencia-tecnología-sociedad en la enseñanza de las ciencias y su evolución ha sido analizada recientemente por varios autores (Vilches, 1999; Solbes y Vilches 2000).
El proyecto inglés Química Salters (Burton et al 1994, Grupo Salters 1999): el rasgo más característico del proyecto Química Salters es el de ofrecer a los estudiantes una aproximación al estudio de la química mucho más atractiva que la que ofrecen los cursos tradicionales, basada en aprender la química a partir de sus aplicaciones.