Carlos Battilana, poeta
Queridos Aníbal y Yaki: las preguntas formuladas recuperan muchas cosas en mi memoria. Entre otras cosas, recuerdo que para mí la literatura tenía que ver con un terreno paralelo al de la escuela, que era el de un taller literario al que empecé a asistir en cuarto año y que fue el lugar donde por primera vez supe que era posible hablar de literatura libremente. Recuerdo que allí los integrantes del taller, trabajadores medios y proletarios, gente de 40 para arriba, llevaban sus textos semanalmente; pero sobre todo recuerdo los comentarios críticos sobre Respiración artificial al momento de su aparición –lo que me revela que era gente informada literariamente en ese momento tremendo–; allí supe por primera vez que los jueves había un suplemento literario que se llamaba Cultura y Nación, y también recuerdo un discurso disidente respecto de la dictadura, lo que representó toda una novedad, pues casi no escuchaba ninguna disidencia respecto del relato oficial. Iba los miércoles, de 19 a 21 hs; tomaba el colectivo 182 desde Hurlingham a San Miguel: tenía un gran atractivo ese viaje de media hora, mi cabeza iba y volvía contenta.
A pesar de lo dicho, recuerdo perfectamente las clases de la escuela media, y, si bien debo confesar que, en general, aportaron poco a mi formación, recuerdo algunas, especialmente promovidas por la profesora Brossou en tercer año, en el horizonte político y social de la dictadura. Sus clases no eran particularmente divertidas, aunque eso no implicaba ninguna dificultad, pues puedo decir que tenían una lógica propia que las volvía –digamos así– inmanentes, muy propias, casi específicas; no era una profesora atractiva, digamos que exteriormente podía despertar una especie de noción vinculada a lo gris, aunque yo la vinculaba con lo negro, y me parece que no era o no es el tipo de profesoras que se recuerda por su brillantez; sin embargo, fue una profesora a la que aprendí a valorar posteriormente, fue como un efecto prospectivo el de sus clases; en principio recuerdo el clima de ellas, la redacción entusiasta de un cuento policial que nos hizo escribir (es el único episodio de escritura creativa que recuerdo en la escuela media) a partir de un conjunto de lecturas propuesto, y cierta valentía por habernos podido dar a leer "Elegía" de Miguel Hernández en un contexto muy difícil; su recuerdo, en verdad, por una serie de razones particulares, tuvo lugar sobre todo en los últimos dos años. También recuerdo a un profesor que desde el punto de vista pedagógico era ineficaz; se notaba que estaba molesto con los alumnos; es más, recuerdo que le ofrecimos realizar una actividad literaria con un amigo, y no se llevó a cabo; sin embargo yo sabía que ese tipo sabía de literatura, que su relación con la literatura era especialmente intensa...