Si, tal como lo ha advertido Marshall Berman citando a Marx, una de las características principales de esta modernidad tardía es que en ella “todo lo sólido se desvanece en el aire”1, la literatura, tanto como el resto de los discursos sociales que se producen en este suelo inestable de desfondamiento y destitución, no está exenta de los efectos que arroja este pronóstico.
En tanto la fluidez se vincula, por su misma naturaleza, con atributos como “levedad”, “movilidad” e “inconsistencia”, puede arriesgarse que internet –ese nuevo espacio hegemónico con el cual la literatura se ha tenido que ver en estos últimos años–, puede ser leída como el producto más “natural” de este nuevo escenario.
En efecto, en el ciberespacio los textos e imágenes circulan como fluidos –de allí que Beatriz Sarlo sostenga que la palabra inglesa “surf” da efectiva cuenta del “deslizamiento a una velocidad que es la que mandan las olas y la inmaterial ligereza de la espuma”–, los vínculos entre sus usuarios parecen disolverse con la misma rapidez con la que se arman y la información circula sin mediaciones aparentes.
No es extraño entonces que la sensación que tienen aquellos que emprenden la aventura de “surfear” en la red sea, ante todo, la de dispersión y vacío.
A primera vista, este parecería ser un sentimiento en todo diferente al que produce la lectura de un buen libro de literatura. Cuando leemos un libro que nos “atrapa”, nos concentramos, estamos inmiscuidos en la historia, nos sentimos en un “lugar seguro”. En suma, nos es difícil “dispersarnos”. No hay sensación de vacío, sino, por el contrario, todo un mundo de sentidos se nos abre ante nosotros, sólo para nosotros.
¿Son, por eso, la literatura e internet enemigos irreconciliables o, por el contrario, es posible vislumbrar un horizonte en el que ambas convivan sin fricciones ni resentimientos?
Proponemos a continuación una serie de textos que abordan algunos aspectos del problema. “Literatura en internet e internet en la literatura: ¿un matrimonio condenado al fracaso?” intenta trazar las coordenadas de un debate que ha tenido lugar en diversos medios de comunicación y publicaciones donde escritores, periodistas y críticos de la literatura han expuesto sus opiniones sobre el tema. El segundo apartado titulado “Hipertexto: internet y sus precursores” indaga las relaciones entre la literatura y un elemento fundacional de la producción y lectura de textos en internet, el hipertexto. El tercer apartado, “Blogs: laboratorios de escritura, diarios íntimos y formadores de opinión”, se ocupa de establecer conexiones entre la literatura y el blog, uno de los protagonistas de internet que más ha interesado a los intelectuales en los últimos tiempos. Para finalizar, y a modo de conclusión, “Un futuro incierto” recupera algunas de las reflexiones expuestas en los apartados anteriores y especula sobre un posible desenlace a propósito de estas cuestiones.
Por último, ponemos a disposición de quien quiera adentrarse aún más en el tema los artículos que fueron citados en esta sección y que están disponibles en la Web, así como también un grupo de enlaces a weblogs de escritores, periodistas y poetas argentinos.
1Berman, Marshall, Todo lo sólido se desvanece en el aire, México, Siglo XXI, 2003.